La música tiene un sonido para cada momento. Se deja usar, se deja llevar, se hace cómplice y confidente, se hace luna, se vuelve sol. La música es siempre buena, no hay música mala sino músicos imperfectos. Puedes tener canciones preferidas para cada rincón de tu vida, para cada uno de tus enredos. Puedes tener anclas que te devuelvan la magia en cada desenredo. De eso se trata esto, de cada viaje de ida y cada viaje de regreso.
«Desenredo»: Boca Livre y Roberta Sá
Zeca Pagodinho: «Quando a Gira Girou»
Esta canción va para muchas personas que, a lo largo de estos años, han estado acompañándome desde la distancia, con sus palabras, con sus deseos, con sus oraciones y esperanzas. Pero como son tantas, quiero representarlas en dos personitas que hoy están resolviendo también sus etapas, comenzando nuevamente otra parte del recorrido de este tren en que vamos todos. Dice esta canción que "Dios te puso en mi camino, en la hora justa para socorrerme, yo no habría llegado solo a ningún lugar si no fuera por ti".
Mario Benedetti: «Puntero izquierdo»
Lo que yo digo es que así no podemos seguir. O somos amater o somos profesional. Y si somos profesional que vengan los fasules. Aquí no es el Estadio, con protección policial y con esos mamitas que se revuelcan en el área sin que nadie los toque. Aquí si te hacen un penal no te despertás hasta el jueves a más tardar. Lo que está bien. Pero no podés pretender que te maten y después ni se acuerden de vos.
Roberta Sá y Roberto Silva: «Falsa Baiana» (de Geraldo Pereira)
En este vídeo se reúnen la gracia, la inmensa gracia de Roberta, la maestría y experiencia de Roberto Silva, una composición lindísima y fresca a pesar de los años (una de las primeras sambas sincopadas de la historia, que marcaría la gestación del bossa), una de las voces más cristalinas que recuerde y muchísima poesía, en todos los sentidos.
Pedro Lemebel: «Dónde estabas tú» (a propósito del film «Tony Manero»)
Los ochenta comenzaron de abajo, como murmullo de quenas y guitarras tristes. No había nada que celebrar en esa escena de crímenes y torturas. No había nada que festejar bajo la pista iluminada del show pinochetero de Don Francisco. Era un país agrio, amordazado y tímido, que veía en la pantalla al acartonado Maluenda vitoreando a sus fuerzas armadas en el show de la una. El viejo hipócrita Maluenda, animador de la cueca uniformada.
Counting Crows: «Mr. Jones»
Era un bar pequeño, un café de paredes desiguales donde se podía fumar y escuchar música. Era tarde y no había razones para volver pronto a casa. "Quiero ser un león cuando todos quieren pasar por gatos, todos queremos ser grandes, grandes estrellas, pero no sabemos por qué ni cómo". Y un ritmo contagioso, una guitarra que no parecía común, una acústica de living comedor con alfombra sucia, y un vocalista con trencitas y los pantalones dentro de las botas, bailando hasta casi salirse de la canción.
La radio Sanyo de papá y la costumbre de escuchar programas
De niño mi pasión por la radiofonía se traducía en escuchar hasta altas horas de la noche cualquier emisora internacional que se pudiera captar con un receptor de la marca Sanyo que tenía mi padre. Era pequeñito, de transistores, no como el Grundig de tubos, grande, que había en casa de mi amigo Andrés. Funcionaba con baterías, pero mi papá había conseguido enchufarlo a un transformador que era un cubo de tres caras verdes y tres blancas que decía "4,5V". No tenía más bandas que SW y AM y tampoco tenía antena, así que él le enganchaba un alambre y lo ubicaba cerca de una ventana hasta ubicar el programa "Escucha, Chile" en Radio Moscú, emisión nocturna de la resistencia chilena contra Pinochet.
Djavan: «Se»
Dicen que era un joven que escapó a la selva para no ser enrolado en el ejército. Dicen que se refugió en un poblado escondido, con su guitarra. Y dicen que un viejo le enseñó todo lo que sabía de la música. Que volvió a la ciudad pasados unos años, que traía algunas canciones llenas de recuerdos, una mirada nueva y unas pocas ilusiones de cantar donde le pillara el día. Y dicen que con los años se convirtió en lo que es, como todos nos convertimos alguna vez en lo que debemos ser, en eso que es -como dice Coelho- nuestra "leyenda personal". No sé si la historia es cierta, pero preferiría creerla.
Sudestada, Cerati y cosas que no se saben hasta que se lloran
Sudestada es un fenómeno meteorológico común a una extensa región del estuario Río de la Plata. Consiste en una rápida rotación de vientos fríos del sur al cuadrante del sudeste, que satura las masas de aire polar con humedad oceánica. El aire frío penetra en las regiones aledañas del Plata, siguiendo la dirección del río...
Meirelles, Saramago, «Blindness» y la ceguera blanca
Puede ser un accidente, pero no puede ser una coincidencia: las películas de Meirelles ("Cidade de Deus", "The Constant Gardener" y "Blindness") han llegado en momentos exactos, al menos para lo que he deseado ver en estos tres instantes de mi vida. El sábado pasado he asistido a la única función de "Blindness", dentro del Fecinema de Manresa, y pasada una semana, no consigo quitarme de la mente esa oscuridad.
Oliverio Girondo: «Exvoto»
Las chicas de Flores, tienen los ojos dulces, como las almendras azucaradas de la Confitería del Molino, y usan moños de seda que les liban las nalgas en un aleteo de mariposa.
Las chicas de Flores, se pasean tomadas de los brazos, para transmitirse sus estremecimientos, y si alguien las mira en las pupilas, aprietan las piernas, de miedo de que el sexo se les caiga en la vereda.
Hernán Casciari: «El móvil de Hansel y Gretel»
Anoche le contaba a la Nina un cuento infantil muy famoso, el Hansel y Gretel de los hermanos Grimm. En el momento más tenebroso de la aventura los niños descubren que unos pájaros se han comido las estratégicas bolitas de pan, un sistema muy simple que los hermanitos habían ideado para regresar a casa. Hansel y Gretel se descubren solos en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer. Mi hija me dice, justo en ese punto de clímax narrativo: “No importa. Que lo llamen al papá por el móvil”.