Facebook, Flickr o p’tas que estamos viejos

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Hace unos días Alex me preguntaba en el MSN si ya tenía mi perfil en Facebook. Respondí naturalmente: «¿para qué?». «Es super entretenido, wn», espetó como todo argumento. Días después Andrés me preguntaba en unos de sus brevísimos emails: «¿te metiste ya a Facebook?». Llámalo boom, llámalo coincidencia o como quieras: esos mismos días en el trabajo, Xavier nos animaba a apuntarnos a Facebook para engrosar la lista de amigos de uno de los clientes de la agencia (y engrosar los ingresos por metas conseguidas). Entonces comenzó mi curiosidad.

Aclaro que esto no es una reseña de lo que es o no Facebook. Ni siquiera sé quiénes están detrás de esa monstruosa base de datos personales (ni cuál es la finalidad subyacente). Solamente quiero decir que, pasadas mis primeras pruebas, me niego rotundamente -por muy de moda que esté- a inscribirme en semejante listado. Te diré por qué.

Eso de «Usa Facebook para mantenerte en contacto con tus amigos y tu familia», a primera, segunda y tercera vista me pareció una soberana estupidez. O sea, ¿necesito registrarme en una web para no perder el contacto con mis hermanos, por ejemplo? Y si lo hubiera perdido, al menos alguna poderosa razón habría, ¿no? Digamos que, de alguna forma, el «vete al carajo y déjame en paz» sería un legítimo derecho en peligro de extinción con estas webs «sociales».

Probé primero poniendo el nombre de mi compadre, del que no sé hace bastante tiempo. Confieso que me he cansado de escribirle y llamarle siempre yo. En los casi 7 años que llevo en España nunca me ha llamado, y puedo contar con los dedos de una mano los mails que me ha enviado. ¡Y resulta que tiene perfil en Facebook! Es decir, ¿me habré quedado atrás o estará esperando que me apunte para retomar el contacto conmigo? ¿Deberé arriesgarme e inscribirme para tener noticias suyas?

Después fui probando con compañeros de curso del colegio, de la universidad, amigos de infancia… En tanto los fui encontrando, fui haciendo números y el sitio éste se fue transformando en un curioso espejo: canosos, gordos, semi o completamente calvos… Claro, buscar colegas de juventud en Facebook a los 40 años tiene su parte dolorosa también.

Pero la parte cumbre, el golpe definitivo, el dolor irremediable y el clic que me hizo abandonarlo fue en el capítulo «primeros amores». No encontré las primeras, pero cuando conseguí encontrar una… Espero que alguien diga de mí lo mismo que yo pensé de ella: «para la edad que tiene, se mantiene bien». No por vanidad, sólo por simple salud mental. Hice números y me di cuenta que, si nos hubiéramos quedado juntos, ya tendríamos un/a joven de unos… 17 años.

Detenerse a sacar cuentas y hacer balances, a comparar los años con los «logros» suele resultar doloroso según se mire. Puedes haber avanzado y haber construido algo por ti mismo, o haber desarrollado una carrera profesional en una o varias empresas, o haber construido una estabilidad del grado «poca pero segura». Y calificarás cada uno de estos procesos como logros o no según lo aterrizado que te sorprenda el cumpleaños. Pero una foto… Una foto te devuelve a la cruda realidad; te pone en la cara el «cómo está ahora» y te destruye el «era tan rica». Y, de paso, te pone a pensar si los demás, aquellos de cuyas vidas te alejaste o te alejaron, tendrán algún grado de compasión, se reirán a carcajadas o bajarán la mirada cuando vean lo que ha hecho la vida contigo.

Quizás Facebook sea también una especie de «ránking vital», o sea algo así como un «contador de personas que se acuerdan de mí». Eso da más miedo. Porque puedes envalentonarte y decir que no te importa que no te busquen los de antes, tú vas allí para conocer gente. Pero, en el fondo del terciopelo sucio y raído de tu corazoncito, no podrás negar que esperarías retomar contacto con más de alguno. ¿Y si no te busca nadie, ni los nuevos ni los antiguos? ¿Tienes que escribir algo ingenioso o decir que te gustan las películas de Woody Allen y el reggaetón, para que alguien se mire tu perfil y, en una de ésas, te contacte?

Lo tengo claro: por las dudas no me inscribiré en Facebook. Y tampoco pienso publicar mis fotos en Flickr.

comentario

  • Iván,
    Se agradece tu buena pluma, se comparte la apreciación y dejo mi email por si quieres contactar algún amigo (o ex amigo, o apenas condiscipulo)… saludos fraternos

Mi nombre es Iván Tamayo e impulso.blue es mi sitio personal, y la forma que he encontrado para guardar y compartir anotaciones, hallazgos, historias e ideas que pueden ser (o no).

impulso.blue entró en pausa en 2014, y lo he retomado en enero de 2024, esperando recuperar el tiempo y la memoria de estos años pasados. También es mi forma de no participar en redes sociales, y de mantener esta memoria en el tiempo y en un lugar preciso.

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