La música tiene un sonido para cada momento. Se deja usar, se deja llevar, se hace cómplice y confidente, se hace luna, se vuelve sol. La música es siempre buena, no hay música mala sino músicos imperfectos. Puedes tener canciones preferidas para cada rincón de tu vida, para cada uno de tus enredos. Puedes tener anclas que te devuelvan la magia en cada desenredo. De eso se trata esto, de cada viaje de ida y cada viaje de regreso.
Zeca Pagodinho: «Quando a Gira Girou»
Esta canción va para muchas personas que, a lo largo de estos años, han estado acompañándome desde la distancia, con sus palabras, con sus deseos, con sus oraciones y esperanzas. Pero como son tantas, quiero representarlas en dos personitas que hoy están resolviendo también sus etapas, comenzando nuevamente otra parte del recorrido de este tren en que vamos todos. Dice esta canción que "Dios te puso en mi camino, en la hora justa para socorrerme, yo no habría llegado solo a ningún lugar si no fuera por ti".
Roberta Sá y Roberto Silva: «Falsa Baiana» (de Geraldo Pereira)
En este vídeo se reúnen la gracia, la inmensa gracia de Roberta, la maestría y experiencia de Roberto Silva, una composición lindísima y fresca a pesar de los años (una de las primeras sambas sincopadas de la historia, que marcaría la gestación del bossa), una de las voces más cristalinas que recuerde y muchísima poesía, en todos los sentidos.
Oliverio Girondo: «Exvoto»
Las chicas de Flores, tienen los ojos dulces, como las almendras azucaradas de la Confitería del Molino, y usan moños de seda que les liban las nalgas en un aleteo de mariposa.
Las chicas de Flores, se pasean tomadas de los brazos, para transmitirse sus estremecimientos, y si alguien las mira en las pupilas, aprietan las piernas, de miedo de que el sexo se les caiga en la vereda.
Rainer Maria Rilke: «Immature»
Julio Cortázar: «Si he de vivir»
Si he de vivir sin ti, que sea duro y cruento,/ la sopa fría, los zapatos rotos, o que en mitad de la opulencia/ se alce la rama seca de la tos, ladrándome/ tu nombre deformado, las vocales de espuma, y en los dedos/ se me peguen las sábanas, y nada me dé paz.
Pablo Neruda: «Sed de ti me acosa en las noches hambrientas»
Sed de ti me acosa en las noches hambrientas./ Trémula mano roja que hasta tu vida se alza./ Ebria de sed, loca sed, sed de selva en sequía./ Sed de metal ardiendo, sed de raíces ávidas./ Hacia dónde, en las tardes que no vayan tus ojos/ en viaje hacia mis ojos, esperándote entonces./
Estás llena de todas las sombras que me acechan.
Vicente Huidobro: «Altazor» (Canto II)
Te hallé como una lágrima en un libro olvidado/ Con tu nombre sensible desde antes en mi pecho/ Tu nombre hecho del ruido de palomas que se vuelan/ Traes en ti el recuerdo de otras vidas más altas/ De un Dios encontrado en alguna parte/ Y al fondo de ti misma recuerdas que eras tú/ El pájaro de antaño en la clave del poeta
Tarjeta de crédito
Desnudo, hambriento y con sed/ paseo por los rieles del abismo/ sin apartar la copa eufórica/ sin ocultarme de la sombra de mí mismo;/ con brazos colgados a mi cuerpo,/ con cartas marcadas del destino...
Tonto amor
Amo Quiero a esta mujer libremente,/ aunque (ella) vea distorsionada/ mi realidad,/ aunque no quiera entrar en mi fantasía,/ aunque me cierre la puerta/ sin querer saber que yo no las tengo para ella./ La amo quiero y, sin darme cuenta,/ voy atando sutilmente una soga/ (fina como las palabras)/ que se adhiere cómodamente a su corazón.
Mauricio Redolés: «¿Quién mató a Gaete?»
Vicente Huidobro: «Temblor de cielo» (fragmento)
Isolda, Isolda, yo sigo mi destino.
¿En dónde has escondido el oasis que me habías prometido tantas veces?
La luz se cansó de andar.
¿A dónde lleva, dime, esa escalera que sale de tus ojos y se pierde en el aire?
¿Sabes tú que mi destino es andar? ¿Conoces la vanidad del explorador y el fantasma de la aventura?