(A Jordi Carbonell, enero de 2014)
Desconozco el modo en que habría que cobrarle a la vida lo que de niño no tuviste. Entendí tu rabia desde el primer minuto, esa rabia de empujar y no avanzar, de ver que, al final de tu vida, todo se desmoronaba, todo aquel mundo que, con sudor, creíste que sería rotundo, fuerte, o que al menos aguantaría unos años más después de tu partida, ya no sería, ya no era. Que la evidencia estaba en cualquier minuto de televisión, en cualquier calle tarde por la noche, en la portada de cada periódico. ¿Para ver todo esto fue que pasaste hambre de niño? ¿Para esto sirvieron tus lágrimas y trabajar desde los 7 años?
Te digo que de verdad hubiera querido llegar a verte antes, cuando sentarnos a hablar por horas hubiera sido tan natural como respirar, como abrazar, como contar historias. Pero la vida tiene estas cosas, estos «será para la próxima».
No me despido de ti, porque sé que nos volveremos a ver, en otras circunstancias. Y entonces sí que hablaremos, y sí que me contarás cómo se le cobra a la vida aquello que necesitaste tanto, y que tanto te costó tener. Seguiré viéndote en los ojos de tu hija, en su pasión por defender sus ideas, en sus manos, en su agitada pasión por ir siempre un poco más allá. Así será más sencillo la vez que volvamos a vernos.
Te dejo esta canción, que me refugió cuando entendí dónde estabas, cuando vi tu infancia tan distante de la mía. Y un abrazo, que no se acaba.
Adiós Nonino
Astor Piazzolla
Versión Astor Piazzolla y Quinteto Tango Nuevo
Ütrecht, 1984